En junio y julio me he entretenido leyendo los seis relatos que Isaac Asimov escribió sobre David Lucky Starr. Una lectura ligera, entretenida, y sobre la cual, más de medio siglo después de su publicación, se nota el paso el tiempo…
Se trata de seis relatos que pueden calificarse dentro del subgénero de la space opera: buenos, malos, aventuras, viajes espaciales, descubrimientos, misterios… Y que tienen lugar en los planetas del sistema solar. Y, aunque por su contenido y estructura se pueden considerar desfasadas, realmente introducen elementos y planteamientos bastante interesantes, que luego se han repetido en la ciencia ficción en numerosas ocasiones.
El primer elementos a considerar es que los humanos han colonizado varios planetas del sistema solar, y han adaptado los hábitats a las características de cada uno de ellos (Marte, Venus, los satélites de Júpiter y Saturno). Y todos ellos están bajo la autoridad de la Tierra… porque las colonizaciones realizadas en otros sistemas estelares han obtenido su independencia del sistema político de la tierra, lo que lleva a un enfrentamiento casi violento con Sirio y los sirianos, eje argumental o línea subyacente de los relatos.
El segundo es que las descripciones de los planetas y su ambiente están basadas en lo que se sabía o intuía en la década de 1950, lo que supone que hoy en día no resisten una comparación rigurosa. Pero bueno, son relatos de aventuras… En consecuencia, las tecnologías usadas para vivir en estos planetas se ajustan a tales previsiones, y a una visión prudente del desarrollo tecnológico, si se exceptúan los motores de gravedad. Asimov también usa las famosas tres leyes de la robótica, que ya habían sido publicadas una década antes.
El tercero es que la organización política de la tierra y de sus planetas muestra un paralelismo, no bien resuelto, entre un Consejo de Ciencias, medio científico medio medio ejecutivo, con amplios poderes, y una estructura política tradicional. Un equilibrio realmente difícil de conseguir, excepto en la literatura…
El lector objetivo de los relatos era el público juvenil, al que el autor pretendía ofrecer un conocimiento básico del sistema solar, aprovechando las aventuras de un típico héroe. Incluso llegó a plantearse la realización de una serie de televisión sobre el personaje. Esto hace que se trate, en la actualidad, de una lectura entretenida, que no requiere esfuerzo intelectual, y que es agradecida y amable: verano, al fin y al cabo.
